jueves, 6 de noviembre de 2014

el señor jose y sus vacas




Manos curtidas el campo les dio pero en sus corazones reinaba el amor                                                                                                               




























Entre sus manos frotaban las mazorcas con sus granos de oro, que iban cayendo en los canastos.
así desgranaban los granos  y los sacos llenaban, para llevar al molino allí se molía el grano, en harina convertía para alimentar el ganado y hacer el pan de cada día.
                   
                             LAS VACAS DEL SEÑOR JOSÉ


El señor José  cuatro vacas tenía y la señora Lucrecia  otras cuatro mantenía 
El señor josé solo vivía 
la señora Lucrecia diez bocas alimentaba, ella y su marido y ocho hijos que tenían, con la leche  y queso que se hacía en casa.
Al señor josé cada día le acompañaban 
los hijos mas pequeños de la señora Lucrecia , le ayudaban a cuidar  las vacas, días de lluvia  y frìo se abrigaban bajo aquel gran abrigo  que José portaba  y una manta vieja  así del frío se resguardaban, le acompañaban cada día, en verano y en invierno siempre que podían , al colegio  casi no se iba 
 porque en  el trabajo  del campo  tenían que ayudar para poder tener cada día un poco que a la boca llevar.
Si un año era malo porque las cosechas  no habían prosperado  era un año de hambre. Si la cosecha del trigo maíz o patatas   por el mal tiempo o las plagas 
no se cosechaban tampoco las vacas tenían crías ni leche daban.
Las vacas de la señora Lucrecia cada día daban menos leche y no quedaban preñadas, poco a poco enfermaban  y una a una se morían  por alguna enfermedad extraña.
El señor José  veía  como aquellas  criaturas  cada  día  se quedaban  mas  delgadas  y cada mañana  lloraban por un poquito de leche que las vacas  de aquella casa  ya no daban  y por las noches  dormir no podían  porque sus estómagos  de hambre no les dejaban. 
Buen corazón tenía el señor José ,cada mañana  su leche  aquella casa  llevaba  para que todos los hijos  de la señora Lucrecia  ni en el desayuno ni en la cena  la leche calentita  no le faltara.
El buen corazón de aquel hombre,  señor José, como le llamaban todavía aquellos niños, hoy hombres y mujeres de la edad que el entonces tenía, le recuerdan, jamas se olvidaron de el, al señor José, que tan bueno era.
 En aquellos tiempos nada sobraba pero el siempre tenía para quien necesitaba.☆҉‿↗ISABEL CORREA PÉREZ❀◕‿◕❀ƸӜƷ